miércoles, 29 de diciembre de 2010

Hablando de estrellas solares...

No hace mucho tiempo alguien me comentó que un elemento común característico de mi trabajo fotográfico es la estrella solar que aparece en algunas de mis fotografías. Es algo en lo que no me había parado a pensar hasta que me lo mencionaron. No me he puesto a comprobar en qué porcentaje de mis fotos aparece este elemento, pero no me hace falta conocerlo para saber que es superior al de la mayoría de fotográfos de paisaje. Más allá de serme familiar la técnica requerida para obtenerla, la inclusión de una estrella solar en la foto proporciona un punto de atención visual de un impacto quizás sólo superado por el de la figura humana.

Es indudable su valor y fuerza estética en una fotografia, pero la pregunta que me surge es hasta qué punto se puede y debe abusar de este tipo de recursos visuales una vez se convierte en el sello indiscutible del trabajo fotográfico de uno, y por tanto su obtención no nos requiere ya un esfuerzo extra; si nuestra meta, desde un punto meramente artístico, es progresar como fotógrafos.

He de confesar que no tengo una respuesta clara. Cuando salgo con el equipo fotográfico al hombro suelo ir con unas ideas más menos claras de lo que quiero pero si la escena delante de mi no me habla, no me comunica una sensación de momento único donde todos los elementos visuales, estéticos y ambientales confluyen de forma armónica, no suelo apretar el dispador de la cámara. ¿Debería evitar tratar de plasmar esa experiencia, que para mi tiene un sentido y que en cierto modo es única, por el hecho de acabar realizando un cliché más dentro de mi obra fotográfica? Hoy por hoy creo que no, aunque es cierto que cada día soy más selectivo con las fotos que hago y tiendo a repetirme menos si las fotos que voy a realizar se parecen ya a algunas que en su día no me llenaron, a pesar de que en el momento de estar frente a la escena, cámara en mano, ésta parezca decirme lo contrario.

Como parte del aprendizaje, lento pero continuo, en el que me veo inmerso soy cada vez más consciente de buscar “la foto” “bajo mi pies”. Me veo más atraído por esos paisajes íntimos, sin escalas y referencias que obligan al espectador a realizar un trabajo mental mayor y por ello, quizás, dedicar más tiempo a su contemplación. Suele ser este tipo de fotografía bastante menos planificada en mí que la de paisajes más abiertos y más clásicos. Para muchos será también menos evocadora por la falta de ese carácter contextual de elementos reconocibles, pero descubrir la armonía y la belleza en un pedacito naturaleza que pasa imperceptible al 99,99% de los humanos te llena de orgullo y satisfacción y deja sembrada el alma para en la próxima salida fotográfica salir con la ilusión y ganas de un niño en la vispera de Reyes.

Las fotos que acompañan estas líneas fueron tomadas el pasado fin de semana y pueden considerarse las últimas del año 2010, un año escaso en fotos pero no en experiencias. En una próxima entrada de mi blog presentaré un resumen de las mejores fotos de este año que acaba.

1 comentario:

  1. Preciosa la primera imagen, en unas condiciones de luz muy complicadas para la mayoria, resuelta de una manera espectacular.
    Saludos

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